La deshumanización del acto médico

La deshumanización del acto médico
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Por: Milcíades Marino Román Pimentel

El alma de la medicina está en juego. Hay escenas que se repiten a diario en los hospitales y que, con el tiempo, dejan de parecernos extrañas. Médicos que apenas levantan la vista del teclado, pacientes que esperan con la mirada perdida, familiares que preguntan sin encontrar respuestas. Como internista en ejercicio y director de la Escuela de Medicina de la Universidad Católica Nordestana, lo veo con inquietud: estamos perdiendo, poco a poco, el alma del Acto Médico.

Más consultas, menos contacto humano

Las cifras oficiales nos hablan de logros. El Ministerio de Salud Pública reporta que en 2024 se ofrecieron más de 40 millones de atenciones médicas. Son números que impresionan y que muestran avances en cobertura y acceso, pero la medicina no se mide solo con estadísticas. ¿De qué sirve atender más, si escuchamos menos? ¿De qué sirve curar cuerpos, si olvidamos acompañar personas?

La exministra Dra. Altagracia Guzmán Marcelino lo expresó con claridad: “La deshumanización es tan frecuente que cuando un usuario encuentra un personal amable, empático y que le escucha, sale del servicio doblemente satisfecho, cuando eso debería ser la norma”. En hospitales como el Darío Contreras, sus propios directivos admiten que las quejas por trato impersonal son frecuentes. Y lo confirmo en mi práctica diaria: demasiados pacientes se sienten reducidos a un expediente, a una cama, a un diagnóstico.

¿Dónde se fracturó el vínculo médico-paciente?

No culpo a los médicos jóvenes, ni mucho menos. Muchos de ellos ingresaron a la profesión con una vocación genuina, pero el sistema —con su presión por producir más, por reducir tiempos, por convertir la consulta en un trámite— los empuja a priorizar la eficiencia sobre la relación humana y, si en la formación de posgrado no se refuerzan los valores, es fácil que la balanza se incline hacia lo práctico, no hacia lo humano.

Un antídoto: el Humanismo Cristiano

¿Tiene remedio esta fractura? Yo creo que sí. Y empieza en las aulas. En la Universidad Católica Nordestana promovemos una visión basada en el Humanismo Cristiano, que no es un concepto abstracto, sino un compromiso real: reconocer que cada paciente es una persona única, con cuerpo, mente, emociones y espíritu. Un ser que sufre y que espera ser escuchado.

Para lograrlo, la educación médica necesita algo más que ciencia. Necesita humanidades, Filosofía, ética, literatura, arte. Un médico que ha leído a García Márquez o que reflexiona sobre bioética comprende mejor la historia detrás del dolor, porque cada enfermedad tiene una narrativa y, cada paciente, quiere que alguien lo escuche.

Humanizar la eficiencia, no sacrificarla

No propongo retroceder ni desmontar los avances en cobertura. Lo que propongo es humanizar la eficiencia. Volver a sentarnos al borde de la cama, a mirar a los ojos, a escuchar la angustia detrás del síntoma. Recordar que nuestra profesión no solo se trata de curar cuando es posible, sino de aliviar siempre y consolar sin condiciones.

La medicina dominicana no necesita solo más recursos o mejores indicadores. Necesita recuperar su alma. Y eso empieza por nosotros, los médicos y formadores, que debemos enseñar y vivir lo esencial: que el paciente no es un caso, es un rostro y que el cuidado, antes que un deber, es un acto de amor.

El autor es médico internista y director de la Escuela de Medicina de la Universidad Católica Nordestana (UCNE).

samantharadio

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