El Desafío de la «Semanal»: ¿Por qué la frecuencia debe dar paso a la sustancia?

Por: Mariano Abreu
Desde el inicio de su mandato, los encuentros semanales con la prensa, conocidos como La Semanal, han sido un sello distintivo del gobierno de Luis Abinader. En un país acostumbrado a la distancia entre el presidente y los medios, este ejercicio de comunicación constante fue, sin duda, una novedad refrescante. Permitió una rendición de cuentas directa y la oportunidad de abordar temas de interés público en tiempo real.
Sin embargo, a más de cinco años de su implementación, cabe preguntarse si este formato sigue siendo la herramienta más eficaz. Aquel encuentro semanal que en sus inicios era una virtud, podría estar convirtiéndose en un obstáculo.
*Sobreexposición y pérdida de impacto: El riesgo de la rutina*
En el mundo de la comunicación moderna, la saturación es el enemigo del mensaje. Hay una máxima que lo resume: «En comunicación, menos es más». Cuando un evento se vuelve predecible, pierde su capacidad de sorprender y de captar una atención genuina. Los encuentros semanales con la prensa, aunque valiosos en su momento, han caído en una rutina que a veces diluye la importancia de los anuncios.
Temas cruciales pueden quedar sepultados bajo preguntas sobre asuntos menores o controversias pasajeras, reduciendo el impacto de los logros del gobierno. Por ejemplo, hace poco, los avances importantes presentados por los funcionarios de RTVD, Iván Ruiz y Elis Pérez, en La Semanal, sobre la modernización de la televisión pública, quedaron eclipsados por el tema eléctrico, que evidentemente era para los comunicadores y periodistas presentes, de mayor interés, pues además de ser una preocupación nacional en el hay más morbo que las buenas noticias de las importantes mejoras de RTVD.
Además, la sobreexposición mediática aumenta la probabilidad de que un comentario malinterpretado o una respuesta improvisada se conviertan en la noticia principal de la semana. Esta dinámica a menudo desvía el enfoque del trabajo sustantivo del gobierno —políticas públicas, economía o educación— hacia la gestión de crisis comunicacionales innecesarias.
*De estratega a «gestor de la semana»*
El formato actual obliga al presidente a estar siempre listo para responder a la última noticia, sin importar su relevancia. Esto, de forma involuntaria, puede cambiar su rol, pasando de ser un estratega a largo plazo a un simple «gestor de la semana».
El tiempo y la energía que el presidente, sus funcionarios y colaboradores invierten en preparar y ejecutar cada encuentro podrían canalizarse en la profundización de políticas públicas y en la supervisión de proyectos críticos para el desarrollo del país.
*La alternativa: Comunicación estratégica y basada en resultados*
Siempre he criticado a muchos comunicadores y opositores que solo señalan los problemas sin proponer soluciones. Por eso, aquí van algunas sugerencias.
El valor de la comunicación presidencial no reside en su frecuencia, sino en su significado. En lugar de un encuentro semanal, una estrategia más impactante podría ser la de una comunicación selectiva y estratégica.
Imaginemos que los grandes anuncios, como la inauguración de un hospital, la presentación de un plan de reforma educativa o el lanzamiento de una importante iniciativa económica, se realicen en eventos dedicados. El presidente podría aparecer en el lugar donde se implementará la política, rodeado de la gente que se beneficiará. Esto no solo genera noticias más concretas y visuales, sino que también vincula la palabra con la acción de manera innegable.
En lugar de promesas, el país vería resultados tangibles. Los encuentros con la prensa podrían reservarse para momentos de crisis nacional o para presentar un informe anual de rendición de cuentas. De esta manera, cada vez que el presidente hable, la nación sabrá que es para compartir un mensaje de gran importancia y estará más atenta. La Semanal se ha convertido en un capítulo más de una serie que, si te lo saltas, alguien te lo cuenta después.
La valentía de un líder no solo se mide en su disposición a enfrentar preguntas, sino también en su capacidad para adaptar su estrategia en beneficio de la nación. Reducir la frecuencia de los encuentros semanales no sería un paso atrás, sino un avance estratégico hacia una comunicación más enfocada, impactante y, en última instancia, más eficaz para gobernar.
Sobre el autor:
Mariano Abreu es Consultor de Imagen Pública, Comunicador y Coach Ejecutivo, con presencia diaria en medios de comunicación tales como: El Show del mediodía, Enfrentados Tv, Enfrentados Radio, Imagen Pública Tv y además es el editor del periódico digital www.enfrentadosnews.com