“Overthinking”: cuando pensar demasiado se convierte en un enemigo

“Overthinking”: cuando pensar demasiado se convierte en un enemigo
Spread the love

Estrés, insomnio y problemas de concentración son algunas de sus consecuencias. El sobrepensamiento no es solamente pensar, también tiene que ver con cuestionar: cuestionar el pasado, cuestionarse a sí mismo, cuestionar el futuro; siempre con una visión pesimista

Avatar del Yadimir Crespo

 Yadimir Crespo, Santo Domingo, RD 

“Ahora sí es verdad, los pensamientos no me dejan pensar”, esta frase dicha por una señora dominicana se hizo viral hace unas semanas en un vídeo que circula en redes sociales como Instagram y TikTok.

El ser humano procesa cerca de 60,000 pensamientos al día, según Carmen Ochoa, médico cirujana especialista en Medicina Biológica, durante una conferencia en la Universidad Complutense de Madrid.

De ese número, “el 95% son involuntarios y un 80% son negativos”, agrega la también experta en mindfullness. ¿Pero qué pasa cuando estos pensamientos son negativos y repetitivos u obsesivos en torno a una misma cosa?

Pensamiento rumiante

Busy mind, cavilación excesiva, pensamiento rumiante, pensar en exceso… Pensar demasiado implica darle demasiadas vueltas a un asunto. Los centennials (Z) conocen bien este comportamiento y lo llaman por su nombre en inglés: “overthinking”, que en español se puede traducir como “sobrepensar”.

Se refiere a la tendencia a analizar en exceso situaciones o problemas dando vueltas a los mismos pensamientos una y otra vez, lo que puede llevar a la preocupación, ansiedad y dificultad para tomar decisiones.

“El sobrepensamiento no es solamente pensar, también tiene que ver con cuestionar: cuestionar el pasado, cuestionarse a sí mismo, cuestionar el futuro; siempre con una visión pesimista, porque es la característica esencial del sobrepensamiento, que los pensamientos que pueblan la mente de la persona tienen esa tendencia hacia el pesimismo”, explica el psicólogo José Ortiz, encargado de divulgación científica del Colegio Dominicano de Psicólogos (Codopsi).

Más allá de la lucha por equilibrar los miedos al arrepentimiento con el deseo de tomar la decisión «correcta» ante la incertidumbre, estas personas tienden a “estar dándole vueltas a la idea de la catástrofe, de lo negativo (…) muchas veces estos pensamientos y estas ideas que la persona está creando no tienen ninguna base lógica”.

Aunque el término en inglés y su popularización lo hace ver novedoso, no lo es. Pero sobre esto hay poca información ya que, más que trastorno, es un síntoma que se da especialmente en personalidades perfeccionistas, complacientes o inseguras y, en ocasiones, es incluso una potencial causa en personas con ansiedad, así lo explica el también docente.

“Una persona que no tiene ninguna patología y empieza a sobrepensar y no toma las medidas necesarias para corregir esta situación, entonces podría caer en alguna de estas patologías, sobre todo la depresión y la ansiedad, que son las que abren la puerta con mucha más facilidad”.

José Manuel Ortiz, psicólogoJosé Ortiz, Psicólogo clínico

También es visto en aquellos que no viven muy en el presente, sino que viven más bien en el pasado o en el futuro, de donde se desprenden las dos principales enfermedades de salud mental más presentes en el mundo: la depresión y la ansiedad, respectivamente.

¿Cómo afecta?

“A veces tienen cierta conciencia de esos pensamientos recurrentes, pero otras veces no”, cuenta Ortiz, quien asevera que, como consecuencia, quienes viven esto se paralizan y les resta objetividad en su visión de la realidad “y cuando uno no es objetivo con las situaciones que vive, entonces no puede superarlas”.

Otras consecuencias incluyen estrés, insomnio, problemas de concentración, comportamientos autolesivos, constantes comparaciones, decisiones estrafalarias y estancamiento por estar encerrado en un mismo tipo de pensamiento.

Lea también

El impacto de las redes sociales

Hay canciones que llevan este comportamiento por título, en TikTok aparecen 1.7 millones de vídeos con esta etiqueta, en Instagram hay contenidos con hasta 3.6 millones de visualizaciones y una alerta de la aplicación sobre la importancia de la salud mental al buscar este término.

La expresión “overthinking” no solo está entre los contenidos que consumen los millennials y centennials, sino que también sale a relucir en conversaciones entre estos grupos.

En Latinoamérica, según Unicef, se calcula que el 4,4% de los adolescentes de 10 a 14 años y el 5,5% de los de 15 a 19 años sufre un trastorno de ansiedad, y que el 1,4% de los adolescentes de 10 a 14 años y el 3,2% de los de 15 a 19 años padecen depresión.

Mientras que, en Estados Unidos, según la Asociación Americana de Psicólogos, los adultos jóvenes en el gigante americano están reportando niveles de estrés más altos que las generaciones mayores, atribuidos a decisiones profesionales, finanzas y planificación del futuro que corresponden a su etapa de transición.

Todo esto lo comparten o ven a diario en sus redes sociales, pero para Ortiz no son la raíz del problema aunque sí un agravante.

Lea también

“En las redes sociales se venden muchas ideas que no son la vida real y los jóvenes muchas veces crean unas expectativas y un mundo a partir de esas ideas falsas; la insatisfacción que viven en el seno familiar o en su entorno muchas veces les lleva a ese bucle de pensamiento, les puede llevar a buscar una respuesta, pero como no la tengo, entonces me quedo ahí en el pensar y pensar una y otra vez”, argumenta, incluyendo el autocuestionamiento y la comparación a esa rumiación del pensamiento.

¿Cómo sobrellevarlo o evitarlo?

Ante la sobreestimulación provocada por el sobrepensamiento, resulta difícil detenerse a meditar con el fin de reducir la cantidad y la intensidad de los pensamientos.

La principal recomendación para tratar este comportamiento es buscar ayuda y dejarse guiar, o sea, consultar a un experto de la salud mental que le pueda acompañar con tratamientos como, por ejemplo, la psicoterapia cognitivo-conductual.

Este tipo de terapia se enfoca en el tipo de pensamiento irracional que está asociado al sobrepensamiento y procura cuestionarlo, buscando que la persona pueda modificar la manera en que procesa la información y en que juzga las cosas.

“También está el llamado mindfulness o la atención plena que busca sobre todo reducir la cantidad y la intensidad de los pensamientos. Cuando una persona es capaz de reducir sus pensamientos, entonces puede ver las cosas de una manera más objetiva y detendría la rumiación”, añade Ortiz.

Asimismo, sugiere a los padres ser un lugar seguro para sus hijos y de orientación, no espacio de imposiciones.

Para los más adultos, entre otros consejos, incluye practicar momentos de hacer nada, momentos de soledad y tranquilidad, practicar la respiración profunda.

“La vida va muy aprisa. Si duro 10 minutos aquí sentado, respirando y contemplando lo que tengo ante mí, no estoy perdiendo el tiempo.  Ese tiempo lo estoy dedicando a mi persona, entonces si me resulta imposible hacer esto, debo buscar ayuda”, apunta este experto de la salud mental con más de 24 años en el ejercicio.

De lo contrario, es posible que necesite medicación y atención psiquiátrica.

“Vamos a llevar una vida más despacio”, insiste, “la vida necesita disfrutarse y para disfrutar algo se debe llevar despacio, ya que cuando vamos muy aprisa, no podremos disfrutar”, finaliza Ortiz.

¿Heredado o adquirido?

Este comportamiento, según Ortiz, experto con una maestría en terapia sistémica familiar, ha sido estudiado en poblaciones específicas como los hombres maltratadores, en sujetos depresivos, así como también en personas con trastornos obsesivos compulsivos.

También se ha visto en niños o adolescentes que han sido criados con un sistema ambivalente, es decir, en hogares donde los padres “hoy te corrigen ahora por una cosa, pero mañana lo permiten”, generando ansiedad e incertidumbre que lleva a los jóvenes a cuestionarse.

Otros lo desarrollan tras experiencias negativas en la infancia o la adolescencia y al no encontrar con quien compartir sus sentimientos y emociones, generan un diálogo interno que de alguna manera puede conducir a un bucle de pensamientos negativos.

samantharadio

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *