David Méndez: Un joven atleta dominicano, que vive para rodar y enseñar

El patinaje ha dejado de ser solo un deporte para convertirse en una filosofía de vida que fortalece el cuerpo, libera la mente y crea comunidad sobre ruedas

Yanibel Luna, Santo Domingo, RD
Cuando el deporte trasciende la rutina física y se convierte en una filosofía de vida, en una comunidad, en un motor de bienestar físico, emocional y social, deja de ser solo una disciplina para convertirse en un verdadero estilo de vida. Ese es el caso del patinaje en República Dominicana, un deporte que, aunque no es el más popular, ha encontrado en el asfalto del Mirador Sur y en los corazones de cientos de personas, un espacio para crecer, evolucionar y transformar vidas.
David Méndez es uno de esos nombres que resuenan fuerte dentro del mundo del patinaje dominicano. No solo por su trayectoria como atleta de alto rendimiento, sino también por su rol como coach, formador de talentos y líder de Espacata, una escuela que ha sabido mezclar técnica, pasión y comunidad.
El vínculo de David con el patinaje no fue casual. Nació sobre ruedas, literalmente. A los dos años ya su padre le había calzado los primeros patines, y desde entonces no ha parado. “Mi papá patinó toda su vida, y yo seguí sus pasos. Es como una herencia que me dejó”, narró David.
Aunque no recuerda con exactitud sus primeros deslizamientos, sabe que lleva alrededor de quince años patinando, de los cuales seis han sido a nivel profesional. Durante ese tiempo ha representado a República Dominicana en importantes competencias internacionales como los Juegos Panamericanos, Centroamericanos y Bolivarianos. “En esta nueva generación, he sido el atleta que más veces ha representado al país”, afirmó con la humildad de quien ha logrado mucho, pero aún quiere más.
El patinaje como estilo de vida
David, de 26 años, no solo ha vivido el patinaje desde el lado competitivo. También ha descubierto en él una herramienta para transformar el cuerpo y la mente. “Es un ejercicio completo. Trabaja la parte física, cardiovascular, el equilibrio, la coordinación, la motricidad… pero también te despeja la mente, te da libertad. Baja el estrés, estimula las hormonas de la felicidad. Es salud en todos los sentidos”, comentó.

Además, destaca cómo este deporte fomenta la socialización y la creación de vínculos. “El patinaje se practica mucho en grupo, y eso te obliga a socializar, a conocer gente, a compartir”.
Practicar patinaje de forma habitual no solo tonifica músculos o mejora el sistema cardiovascular. Patinar te conecta contigo mismo y con el entorno. Estás al aire libre, sintiendo el viento, el asfalto, el ritmo del movimiento. Es libertad pura. Por eso tantos encuentran en este deporte una especie de terapia en movimiento. Se convierte en ese momento del día donde todo lo demás se apaga, y solo queda el impulso, el equilibrio y la respiración.
Desde niños hasta adultos, quienes hacen del patinaje parte de su rutina diaria notan cambios importantes en su salud mental. El simple hecho de deslizarse, mantener el equilibrio y fluir ayuda a reducir el estrés, liberar tensiones acumuladas y mejorar el estado de ánimo. El cuerpo libera endorfinas y serotonina, hormonas que generan una sensación de felicidad natural. Es como si, patinando, uno pudiera literalmente dejar atrás el peso del día.
Pero, además, el patinaje fomenta una cultura de comunidad. Rutas grupales, entrenamientos compartidos, retos entre amigos, talleres, eventos… el patinaje es social por naturaleza. No se patina solo por mucho tiempo. El entorno te invita, te empuja a conectar con otros, a formar parte de algo más grande. Así nacen grupos como “La Peña”, espacios donde el patinaje es solo el punto de partida para construir lazos sólidos, redes de apoyo, amistades sinceras.

En un mundo que constantemente acelera, el patinaje es una manera de mantener el ritmo sin perder el equilibrio. De seguir en movimiento sin desconectarse de sí mismo. Es un deporte, sí, pero también una escuela de vida: enseña disciplina, constancia, paciencia, adaptación y autoconfianza.
Espacata y La Peña: formar, compartir, crecer
Espacata nació como una escuela de patinaje, pero rápidamente se convirtió en algo más grande. De ahí surgió “La Peña”, un grupo de chicas que no solo entrenan y se superan en el deporte, sino que también crean comunidad. “La Peña es un espacio para compartir, para hacer rutas, retos, y hasta actividades sociales que no tienen nada que ver con patines, pero que fortalecen los lazos entre ellas y promueven el patinaje como una forma de vida”., comentó David.
Actualmente, La Peña cuenta con 18 integrantes, de las cuales 16 están activas. Cada una con su historia, sus objetivos, pero unidas por la pasión de patinar y fomentar el deporte en el país.
Un deporte para todos
David también destacó que el patinaje es una disciplina accesible para todas las edades. Desde los 2 años se puede comenzar, y cada etapa de la vida encuentra en los patines un aliado: para los niños, fortalece la motricidad, el equilibrio y el control del cuerpo. Para los adultos, es una herramienta de ejercicio, socialización y salud emocional.
En el Distrito Nacional, se estima que hay entre 500 y 600 patinadores recreativos, y unos 200 en el ámbito competitivo. Un número que crece con cada vuelta al parque, con cada niño que se pone sus primeros patines y con cada persona que decide que este deporte no solo se practica… se vive.