Familiares de Luisa Taveras continuaron su búsqueda hasta el último día

Era amante del cantante Ruby Pérez y de sus presentaciones en vivo, las que disfrutaba con alegría
Nalphy Martínez, Santo Domingo, RD
Pese al duelo que enfrenta María por la pérdida de su hermana mayor, Luisa María Taveras Santana, una sonrisa nostálgica se escapa de sus labios cuando al hablar de ella se trata. Con ella compartía una relación de amistad cercana caracterizada por la lealtad y el apoyo incondicional que ambas se demostraban.
“Ella era alegre; a ella no había quien la viese molesta. Ella sabía cómo dejar las cosas en casa y salir y brindarle una sonrisa a todo el que estaba fuera de la puerta. Independientemente del problema que esté pasando (…) siempre estaba disponible, siempre”, relató con orgullo.
Luisa Taveras tenía 31 años de edad, una licenciatura en Administración de Empresas Turísticas y Hoteleras en la Universidad Dominicana O&M y ejercía como estilista de peluquería para poder dedicar más tiempo a sus tres hijos en el sector Los Ríos, Distrito Nacional.
Oriunda de Santiago Rodríguez, era amante del cantante Ruby Pérez y de sus presentaciones en vivo, las que disfrutaba con alegría. Como era de esperar, aunque sin buscar, el día de la tragedia se encontraba en el lugar disfrutando del show en vivo en compañía de otras tres amistades mientras festejaba un cumpleaños.
María narró que, poco tiempo después de suceder el derrumbe, para ser exactos a las 12:49 de la madrugada, recibió la noticia sobre lo que había pasado de una de las clientas habituales de Luisa y, junto a su cuñado, emprendieron rumbo hacia la zona cero.
“Le dije lo que había pasado, le enseñé el video que me enviaron y ahí fue que vimos el vehículo de ella parado frente a la puerta (del establecimiento) y por eso nos dimos cuenta de que no pudo salir”, contó.
El proceso para dar con su cuerpo no fue fácil porque aun en el tercer día no sabían nada de ella y la expectativa por saber si seguía viva o muerta era desesperante. En su espera, se movían del lugar lo menos posible mientras usaban el suelo y las sillas plásticas instaladas para los familiares de las víctimas para descansar lo menos posible por si Luisa era localizada.
Sumado a esto, las informaciones falsas difundidas en esos días generaban confusión en sus familiares, donde muchos se les acercaban para asegurarles que seguía viva o que se encontraba en cierto lugar determinado.
“Andamos todos los hospitales habidos y por haber y creamos un grupo de búsqueda, nos distribuimos. Un grupo se quedaba por si decían algo allí en el Jet Set, otro grupo se iba a los hospitales, otro grupo iba a las morgues y así sucesivamente”, expresó.
Así, el jueves 10 de abril las autoridades finalizaron la búsqueda de las víctimas y seguían sin saber nada de Luisa. Abatidos ante el anuncio fueron dirigidos, una vez más, al Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), donde fue identificada por los tatuajes que poseía.
“Ella llegó el último (día) porque, según nos dijeron, ella llegó en el grupo que sacaron el jueves a las 3:00 de la madrugada. «Fue prácticamente de las últimas», manifestó abrumada por el recuerdo de aquellos días.
Con una mezcla de emociones luego de poder confirmar su paradero, su muerte ha dejado un profundo dolor en su familia y María en particular aún no asimila que su hermana, y mejor amiga, ya no está en este mundo.
Confesó que todos los días pide fortalezas para seguir su vida ahora sin ella.