Golpean a Rusia, mientras EEUU, no permite que se levante

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El doble ataque a las refinerías de petróleo de Putin

Por Mario Becedas

Rusia se enfrenta a un problema inesperado. Cuando comenzó la invasión a Ucrania, hace ya más de dos años, nadie habría apostado en Moscú a que esta guerra podría acabar trasladándose dentro de su propio territorio dada la abrumadora superioridad del ejército ruso. Sin embargo, en la actualidad, Ucrania no solo está golpeando al Kremlin donde más le duele (la infraestructura energética), sino que sus selectivos ataques están disfrutando de las sinergias que generan las sanciones de EEUU. El resultado es que Rusia se enfrenta a un doble golpe que pone en serio riesgo su capacidad de refino: Kiev flagela las refinerías con ataques de drones y EEUU impide que Moscú repare en su totalidad estas infraestructuras a través de las sanciones.

Los ingenieros rusos están teniendo serios problemas para encontrar las piezas y el conocimiento que necesitan para mantener completamente operativa su vasta red de refinerías. Según cálculos de Reutersalrededor del 14% de la capacidad de refino de Rusia está fuera de servicio por los ataques con aviones no tripulados en los últimos meses. Por ahora, el impacto de los ataques a las exportaciones de productos petrolíferos de Rusia todavía parece limitado, ya que la capacidad de las refinerías orientadas a la exportación afectadas es de aproximadamente 200.000 barriles por día. Pero para comprender mejor por qué Rusia tiene problemas para reparar sus refinerías, es mejor acudir a un caso concreto. Mientras tanto, el precio del barril de petróleo sube hasta los 91 dólares, tocando máximos de más de medio año.

Cuando los ingenieros de la empresa petrolera rusa Lukoil se percataron de que una turbina se había estropeado en su refinería más grande el 4 de enero, rápidamente se pusieron a buscar soluciones. Enseguida se dieron cuenta de que el problema era mucho más grave de lo que parecía. Solo hay una empresa que sepa reparar la unidad productora de gasolina de la refinería NORSI, ubicada en el río Volga, a unos 430 kilómetros al este de Moscú. El problema es que esa empresa es estadounidense, según han revelado cinco fuentes conocedoras del incidente a Reuters, que publica una exclusiva con los problemas de la industria rusa para poner en funcionamiento las refinerías dañadas por los ataques de drones ucranianos.

La empresa, la multinacional de ingeniería petrolera UOP, se había retirado de Rusia después de que el país invadiera Ucrania en febrero de 2022. «Ellos (los ingenieros) se apresuraron a buscar piezas de repuesto y no pudieron encontrar nada«, asegura una fuente cercana a Lukoil, que pidió no ser identificada porque no puede hablar con los medios. «De modo que toda la refinería ha tenido que detenerse».

Una pieza clave de la refinería

Varias fuentes han explicado a Reuters que un craqueador catalítico, una de las estructuras básicas de las refinerías utilizada para convertir hidrocarburos más pesados en otros más ligeros que permitan su conversión final a gasolina, lleva sin funcionar desde enero y, a día de hoy, no está claro cuándo podría repararse ante la falta de experiencia dentro de Rusia. La unidad KK-1 es uno de los dos únicos craqueadores catalíticos de la planta.

Como resultado, la refinería NORSI, la cuarta más grande de Rusia, ha reducido la producción de gasolina en un 40%. La refinería de Lukoil es solo un ejemplo de los problemas que atraviesa el sector energético de Rusia, donde algunas empresas petroleras están luchando frente a las sanciones occidentales para reparar sus refinerías, construidas con la ayuda de empresas de ingeniería estadounidenses y europeas.

A un mismo tiempo, Vladímir Putin ve cómo las sanciones impulsadas por EEUU están dificultando que Rusia siga exportando su crudo a socios como la India y cómo los ataques de Kiev están dañando una industria esencial para las finanzas rusas. Tras meses de escaso celo por parte de Occidente del tope de precios al petróleo ruso y astucia por parte del Kremlin (la famosa flota fantasma de viejos petroleros), Washington decidió apretar el pasado otoño y mostrarse más expeditivo con las sanciones al crudo de Moscú.

Las poderosas navieras griegas que seguían transportando la materia prima desde Rusia al resto del mundo cogieron miedo ante los requerimientos. Poco después, la India, que se había beneficiado de un crudo ruso a menor precio por el rechazo de Europa a importarlo, se ha visto abocada a no contravenir a EEUU. Todas las refinerías indias han declinado aceptar el crudo transportado en los petroleros de la naviera rusa Sovcomflot, la más grande del país.

Por el otro flanco, los selectivos ataques de Kiev a las refinerías todavía no han provocado una serie hemorragia, pero señalizan una vulnerabilidad que no gustará al Kremlin. Este mismo martes se registró un ataque a la refinería Taneco, situada en la región de Tartaristán y, según algunas estimaciones, la de tercera de Rusia en producción. Aunque el incendio provocado por el ataque se extinguió y la planta pudo continuar con su funcionamiento, la imagen de sensibilidad es patente: esta refinería representó alrededor del 6,6% del total de las refinerías rusas durante la mayor parte de marzo, según datos recopilados por Bloomberg.

Algunos analistas apuntan a objetivos aún más jugosos. El escenario podría recrudecerse si los drones ucranianos lograran dejar fuera de servicioa la importante refinería de la ciudad de Kirishi, en el óblast de Leningrado, a unos 115 kilómetros de San Petersburgo, es decir, del acceso al Mar Báltico. Se trata de la refinería Kirishinefteorgsintez (KINEF) de la compañía Surgutneftegaz.

Esta planta es una de las dos principales de Rusia y la única destacada en el noroeste del país. Refina unos 17,7 millones de toneladas anuales (355.000 barriles diarios) de crudo ruso, es decir, el 6,4% del total, según datos de fuentes del sector recogidos por Reuters. No obstante, otros datos, como los compilados por Bloomberg, elevan su capacidad diaria de refinado a 420.000 barriles. Otras métricas hablan de una capacidad anual de hasta 21 toneladas. Asimismo, amplían los datos de Reuters, produce unos 2,3 millones de toneladas de gasolina -el 5,3% del total de Rusia-, el 7,6% de gasóleo, el 16,3% de fuelóleo y el 3,4% del combustible de aviación del país, según fuentes del sector.

Haciendo una lectura superficial, parece que los objetivos de Kiev y de Washington coinciden en lo que a las refinerías rusas se refiere. Sin embargo, EEUU ha pedido pública y repetidamente a Ucrania que no ataque a esta infraestructura. La versión oficiosa es que una gasolina más cara a nivel global por estas escaramuzas puede afectar a los conductores americanos a pocos meses de las elecciones presidenciales en las que Joe Biden se juega la reelección.

Una posible explicación es que la Administración Biden desee una asfixia más paulatina de la principal fuente de ingresos del Kremlin para no hacer colapsar a los mercados mundiales que la que suponen los ataques de Kiev. No obstante, los analistas geopolíticos coinciden en que estos golpes de Ucrania buscan hacer daño, pero no el colapso de esta industria rusa, ya que entonces se atacarían yacimientos, puertos o incluso petroleros. Sea como sea, Volodímir Zelenski ya ha dicho que no cesarán los ataques con drones.

samantharadio

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