Pilato… no fue un cobarde
ENFOQUE
FELIPE ROMÁN
Aunque el título se refiere en especial a Pilato, trataremos de que usted cambie la percepción que pudiese tener sobre personajes bíblicos como él, Judas, Pedro y Barrabás. Usaremos de inicio la analepsis o retrospección. En inglés se denomina “Flashback” y es una técnica usada en el cine, la televisión y la literatura para alterar la secuencia cronológica de la historia.
Para los latinos, la obra más conocida usando esta técnica es “Crónica de una muerte anunciada”, del escritor colombiano Gabriel García Márquez. Y ejemplos de películas famosas y exitosas con esa técnica son Titanic y Forrest Gump. Así que iniciaremos con el relato final del arresto de Jesucristo, y luego iremos al contexto. Veamos: «Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos al otro lado del torrente de Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró con sus discípulos. Y también Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos. Judas, pues, tomando una compañía de soldados y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con linternas y antorchas, y con armas. Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? Le respondieron: A Jesús Nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba. Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra. Volvió pues a preguntarles: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: A Jesús Nazareno. Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy; pues sí me buscáis a mí, dejad ir a éstos; Para que se cumpliese aquello que había dicho: De los que me diste, no perdí ninguno. Entonces Simón, Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco. Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el padre me ha dado, ¿no la he de beber? (Juan 18:1-11).
Para comprender la conducta del pueblo de Israel es importante saber que ellos esperaban un Mesías con condiciones parecidas a las de Moisés. Y aunque es cierto que en su epístola a los hebreos, el apóstol Pablo afirma que Jesucristo es más importante que Moisés (Hebreos 3:3), sin embargo, para el pueblo de Israel de la época de Jesucristo, esa afirmación carecía de validez, debido a que Moisés fue un líder religioso y guerrero probado, como lo demostró en las guerras contra el pueblo de Amalec y los reyes Sehón y Basán. Ellos no veían ningún dato que pudiese indicarles que Jesucristo fuese el guerrero Mesías que ellos esperaban, porque aunque es cierta la afirmación del apóstol Pablo, el Israel de esa época, solo tenía presente las demostraciones de excelente líder guerrero de Moisés. Y esto permite entender también la conducta aparentemente bárbara de pedir que suelten a Barrabás, en lugar de inclinarse por Jesucristo.
Sí analizamos psicológicamente las expectativas guerreras de Israel de un Mesías contra los Romanos, tendríamos que llegar a la conclusión de que eran deliroides, porque el imperio Romano era un equivalente a una de las actuales superpotencias, con una población estimada entre 50 a 60 millones y un ejército que contaba con 255,000 soldados, entrenados, disciplinados, probados y con los armamentos más modernos de esa época. Mientras que la población de Israel apenas superaba los dos millones y medio, carecían de ejército y estaban prácticamente desarmados.
Después de ese flashback, volvamos al momento del arresto de Jesucristo. Ya sabemos que al lugar donde ellos estaban, llegaron Judas y una compañía de soldados, alguaciles, sacerdotes y fariseos (Juan 18:1-3). Jesús sin inmutarse acordó con ellos que sólo él fuese apresado y dejasen libre a sus discípulos (Juan 10:7). Pero Pedro, al percibir claramente que su líder sería apresado, en un acto impulsivo, desenvainó su espada, y arremetió contra Malco, siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha.
Su intención no era sólo cortarle la oreja, sino matarlo y también al Sumo sacerdote. Sin embargo, cuando Pedro y Judas creían que iniciaría un combate encarnizado que se propagaría por todo el país, Jesucristo con voz autoritaria le dijo a Pedro: “Mete tu espada en la vaina; la copa que el padre me ha dado, ¿No la he de beber? (Juan 18:11).
Quizás usted ha reaccionado sorprendido al leer que Pedro y Judas creían que iniciarían los combates, pues bien, usted no leyó mal, así que le explicaremos. Sobre Judas Iscariote no hay referencias bíblicas de cómo fue reclutado por Jesús, contrario a los demás discípulos. Sin embargo, éste tenía una instrucción académica elevada, una de las razones para ser designado tesorero del grupo. Judas también era miembro del grupo político denominado Zelotes, radicales que propugnaban por la libertad de los Romanos mediante acciones violentas. Y lo anterior permite comprender que la motivación de Judas para entregar a Jesús no eran las famosas treinta monedas, ya que él no tenía carencias económicas. Él creía realmente que con su acción se desencadenarían acciones como las ocurridas en nuestro país, con el trabucazo del patricio Ramón Matías Mella. Pero cuando Jesucristo le ordena a Pedro detener su acción violenta y, además Jesús es apresado, entonces la frustración de Judas fue inconmensurable. Y por esa razón después intentó infructuosamente devolver a los principales sacerdote y ancianos las monedas recibidas al admitir que había entregado sangre inocente. “Mas ellos dijeron: ¿Que nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó». (Mateo 27:4-5)
Deseamos que usted reflexione en lo siguiente: Sí Judas hubiese sido el psicópata que nos han presentado durante siglos, entonces sencillamente se habría ido feliz con sus treinta monedas (recuerde que los psicópatas no tienen remordimientos). Usted podría decir: esa explicación es tonta, porque él debió comprender las enseñanzas de Jesucristo, pero los discípulos estaban confundidos, en especial con eso del Reino, e incluso la madre de dos de los discípulos le pidió a Jesucristo, que en su Reino sus dos hijos fuesen los principales ministros (una especie de ministro de Defensa, y ministro Administrativo del Reino). Claro está los otros diez cuando escucharon eso, se enojaron contra esos dos. Pero ese enojo era en cierto modo hipócrita, porque ellos también aspiraban los puestos principales (Mateo 20: 20-24).
Judas se suicidó por no comprender los mensajes de Jesucristo. Y es penoso que en la actualidad muchos creyentes perciben a Jesús, como una especie de «cajero automático bancario».
En cuanto a Pedro, este también es mal percibido, e incluso un personaje tan importante como Juan Bosch, refiriéndose a Pedro en su libro “Judas Iscariote el calumniado”, dice: «¿No resulta un apasionado cuando le asegura a su maestro que está dispuesto a morir por defenderle, y atemorizado cuando niega conocerle?».
El profesor Bosch merece todo el respeto, sin embargo, ya hemos publicado, que él estudiaba la Biblia con ahínco, y lograba entenderla, pero no comprenderla. Es cierto lo que plantea de que Pedro le dijo a Jesús: Que estaba dispuesto a dar su vida por él. Y eso no era palabrería vana, porque ya vimos como arremetió con su espada, dispuesto a morir por Jesucristo.
Es una barbaridad de Juan Bosch y de muchos más plantear que Pedro se sintió atemorizado cuando le negó, porque reiteramos que cuando había que demostrar valor, lo hizo. Y siguió demostrando su valor, siendo el único que siguió a Jesucristo en ese momento difícil. Así que, admitir en esas circunstancias ser su discípulo, sería hacer lo que en psiquiatría se conoce como “suicidio indirecto”.
En cuanto a Pilato, usted podría preguntarse, ¿cuáles eran sus motivaciones para tratar de liberar a Jesús? Le responderemos, que esas motivaciones estaban fundadas en el poder femenino, o sea, toda mujer viene dotada de “armas nucleares naturales”, y al igual que el presidente ruso Vladimir Putin, las muestran y hacen saber que están dispuestas a usarlas, si las circunstancias lo ameritan. En este caso, la esposa de Pilato, cuando supo que sería su marido quien juzgaría a Jesús, le envió en lenguaje coloquial el siguiente mensaje: “Trata por todos los medios de liberar a ese inocente, pues he tenido sueños muy angustiosos por causa de él” (Mateo 27:19). Y como Pilato sabía lo que su esposa le negaría, si no hacía esfuerzos adecuados, por eso intentó de varias maneras ostensibles liberarlo, hasta ser vencido por las circunstancias, porque los sacerdotes le advirtieron que, si soltaba a Jesús, eso significaba que él era enemigo del César. Pilato lo condenó. Y momentos después ocurrió lo siguiente: «Escribió también Pilato un título, que puso sobre la Cruz, el cual decía: Jesús Nazareno, Rey de los judíos. Y muchos de los judíos leyeron ese título, que puso sobre la Cruz, y el título estaba escrito en hebreo, en griego y en latín. Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos: No escribas: Rey de los judíos, sino que él dijo: soy Rey de los judíos. Respondió Pilato: lo que he escrito, he escrito». (Juan 19:19-22).
Esa tajante y ruda respuesta demuestra claramente que Pilato… no fue un cobarde.
En cuanto a Barrabás, el pueblo lo pidió, porque los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que lo eligieran a él, y que Jesús fuese muerto (Mateo 27:20). A eso se añadía que Barrabás también era miembro de los Zelotes, y por eso lo apreciaban más que a Jesucristo.
Finalmente recordar que ese Pedro denostado por muchos, escribió dos epístolas, y en una de ellas se encuentra la clave o antídoto para que los hombres puedan salir airosos de los conflictos imprevisibles e inevitables con las mujeres en nuestra vida cotidiana, sean o no sean pareja. Pero ese tema será analizado en una publicación posterior.
El autor es psiquiatra y general (R) del Ejército