La deficiente gestión del caos del tránsito en las vías públicas
RAFAEL GUILLERMO GUZMÁN FERMÍN
A nivel mundial, la República Dominicana es el país con mayor tasa de mortalidad a causa de las lesiones por accidentes de tránsito, de acuerdo con los más recientes levantamientos estadísticos dados el 28 de julio de este año, según el conteo de World of Statistics, con un total de 65 muertes por cada 100,000 habitantes, le siguen en esta mortal escala, la República de Zimbabwe (41), Venezuela (39), Arabia Saudita (36) y Tailandia con (32) muertes por cada 100,000 habitantes, respectivamente.
En base a estos hechos que afectan directamente a las poblaciones y sus estilos de vida, es obvio que los accidentes de tránsito impactan significativamente en el desarrollo de una nación en varias vertientes, pudiendo destacar aspectos económicos, sociales y de salud.
En ese orden de ideas, en cuanto a lo económico podemos señalar, que los accidentes de tránsito generan costos relevantes para una nación, especialmente en aquellas en vías de desarrollo como la nuestra, tanto en términos de atención médica, así como también en pérdidas de productividad en los empleos debido a las discapacidades temporales o permanentes. Añádase los daños causados a la infraestructura vial, tendidos eléctricos y propiedades públicas y privadas, como también, a los vehículos, representando un costo adicional para el gobierno y las aseguradoras.
Con relación a las pérdidas de vidas humanas, los accidentes de tránsito arrebatan a la sociedad a ciudadanos con potencial productivo de aportar al desarrollo nacional, quienes tienen un impacto directo en la fuerza laboral, en la economía y la cohesión social, porque una persona fallecida inesperadamente a causa de un accidente de tránsito puede significar la destrucción de toda una familia, junto al nocivo efecto emocional expansivo en la sociedad.
En lo referente al impacto en la salud pública, los accidentes de tránsito se erigen como una gran carga en cuanto a enfermedades y lesiones para los ciudadanos y el Estado, en razón a que los gobiernos tienen que destinar cuantiosos recursos financieros para en atender a las víctimas producto de estos accidentes, pudiéndolos invertir en el campo de la salud u otras de las múltiples necesidades del país.
En cuanto a la congestión vial que indirectamente está modificando negativamente los horarios de rutina de los ciudadanos, podemos advertir que los taponamientos, la pérdida de tiempo, el consumo de combustible, la contaminación ambiental, la afectación en la salud de los ciudadanos, los enojos y estrés producto de la impotencia, no solamente impactan negativamente la eficiencia económica, sino también en la calidad de vida de los ciudadanos.
En este contexto, la prevención de los accidentes de tránsito y la mejoría en la gestión de seguridad vial constituyen aspectos cruciales para lograr el desarrollo sostenible de cualquier nación del mundo y, es por ello, que urge disponer una especial atención a esta área significativamente sensitiva de la administración del Estado, por lo que a continuación nos referiremos a posibles soluciones al respecto.
La combinación de estas 7 estrategias, adaptadas a las necesidades focalizadas en cada región del país, podrían contribuir a la creación de entornos viales más seguros y eficientes:
1.- Implementación de políticas de seguridad vial: se hace imperativo la adopción de políticas integrales de seguridad vial que contemplen el mejoramiento de la seguridad en las vías y su evaluación periódica, así como la implementación obligatoria de tecnologías de seguridad en los vehículos, para lograr la reducción de los accidentes automovilísticos.
2.- Aplicación estricta de las leyes de tránsito: es perentorio la aplicación de un régimen de consecuencias, sin excepciones y sin importar que sean militares, funcionarios, legisladores, etc., para el cumplimiento estricto de las leyes de tránsito, como límites de velocidad, respeto a las señales y semáforos, la prohibición de conducir bajo los efectos de bebidas alcohólicas, como manera de reducir significativamente la incidencia de accidentes vehiculares.
3.- Educación vial: los programas educativos dirigidos a peatones, ciclistas, “motoconchistas” y conductores contribuirán a aumentar la conciencia sobre el respeto a las normas de tránsito y la promoción de comportamientos cívicos más seguros en las vías, empezando estos, desde la escuela, el hogar y universidades. Además, de una masiva promoción en los medios de comunicación radiales, escritos y televisivos.
4.- Tecnología de gestión del tráfico vehicular: es importante la implementación de sistemas de semáforos inteligentes, cámaras de vigilancia y sistemas de navegación que proporcionen información en tiempo real sobre el tráfico vehicular, para de esta manera, contribuir a la toma rápida y eficiente de decisiones, para descongestionar el flujo vehicular.
5.- Diseño urbano sostenible: Uno de los problemas que tenemos en nuestro país es la violación a las normas de ordenamiento urbano en las alcaldías y Obras Públicas, lo que entorpece de manera significativa el uso de las vías de transporte y contribuye al aumento del flujo de vehículos, falta de estacionamientos, aumento de la congestión vial, entre otros inconvenientes. De manera, que el fomento de este desarrollo sostenible de transportes no motorizados, tales como el ciclismo y caminar en las vías peatonales, contribuirán a reducir la dependencia del automóvil y disminuir la congestión vial.
6.- Transporte público eficiente: se hace necesario la promoción y la mejoría del uso del transporte público decente, eficiente, seguro, lo que podría contribuir a la reducción de la cantidad de vehículos en las vías, repercutiendo en los taponamientos y como vía de consecuencias, en la disminución de accidente de tránsito.
En este aspecto, es de todos conocido el problema que significa el enorme volumen de motocicletas que circulan en nuestras calles y avenidas, una parte importante dedicada al transporte de pasajeros, sin que exista regulación alguna que establezca parámetros mínimos de seguridad para los miles de personas que utilizan diariamente este tipo de “transporte”. Esta situación particular ha sido definida por la sociedad como un “problema de seguridad pública” que, como tal, amerita atención del Estado.
7.- Mejoramiento de la infraestructura vial: el Estado tiene que continuar con un programa sistemático de mejoría en la infraestructura vial, especialmente en las ciudades más importantes del país, la creación de soluciones viales y carriles exclusivos para ciertos tipos de vehículos, contribuyendo de esta manera, al flujo vehicular y reducción de accidentes que, con la educación vial, se podrá lograr el uso eficiente por parte de conductores y peatones, de esos carriles exclusivos.
A modo de ejemplo, ocuparé su atención en la segunda estrategia planteada, porque de una manera u otra nos afecta a todos –conductores o transeúntes– y es la causa número uno de los accidentes de tránsito en el país, que son las motocicletas que, al parecer, a sus conductores no les importa irse en los semáforos en rojo o de transitar en vía contraria y aceras, entre otras violaciones, creando un verdadero caos, que para ellos se ha convertido en algo cotidiano y normal, y sobre todo para las autoridades competentes, quienes no fiscalizan a esos infractores, y solo se hacen de la vista gorda. El día que un director de la DIGESETT aplique estrictamente las leyes de tránsito sin contemplación sobre éstos, veremos cómo el caos vial mejora sustancialmente y disminuyen los accidentes en este tipo de vehículos.
En conclusión, para lograr la reducción los accidentes de tránsito, promover una eficiente gestión ante el caos vial y lograr la disminución de los costos económicos, emocionales y su impacto en pérdidas de vidas humanas, lesiones y daños materiales se hace necesario la implementación de “soluciones integrales” en cuanto a la seguridad vial y aplicación efectiva de las leyes, especialmente el fomento del uso de tecnologías innovadoras, un sistema de transporte inteligente y la promoción de una alternativa de transporte sostenible ambientado en la planificación urbana orientada a la movilidad segura y eficiente, focalizadas en reducir el impacto de los accidentes de tránsito, mejorando así la gestión del caos vial, pero para todo esto, se necesita la “voluntad política” y la integración de todos los sectores de la sociedad en su conjunto.
¡La solución es una tarea de todos!